Cariclo, el primer Asteroide del Sistema Solar
con anillos, como Saturno
En el Sistema Solar el tamaño no siempre importa.
Es lo que acaba de demostrar Cariclo, un asteroide que por su tamaño
no llega a ser un planeta. Un equipo internacional de astrónomos con
participación española ha descubierto que, sorprendentemente, este objeto tiene
anillos que orbitan en torno suyo. Hasta ahora, se pensaba que los anillos eran
exclusiva de los planetas gigantes como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. De
hecho, Cariclo es ya el primer objeto del sistema solar que no es un planeta y
sin embargo tiene anillos.
El hallazgo, presentado hoy en Nature, pone
fin a un misterio que ha durado más de una década. Cariclo, con un
diámetro de 250 kilómetros, es el mayor de los centauros, un grupo de objetos
con nombre mitológico que cabalgan en la extensa región que se abre entre
Júpiter y Neptuno. Entre 1997 y 2008 los astrónomos que lo observaban
presenciaron cómo su brillo oscilaba de forma espectacular, perdiéndose
repentinamente y volviendo después. Además, la luz reflejada indicaba que,
donde antes había hielo, ahora no lo había.
El trabajo actual ha usado una red de telescopios
situados en Chile, Brasil, Argentina y Uruguay para resolver el misterio. Los
resultados aportan por fin una explicación sorprendente, pero plausible.
Cuatro kilómetros de hielo
“Estábamos muy sesgados por la idea de que los
eventos breves de ocultación se debieran a material que Cariclo pudiera
expulsar en chorros, como lo hacen los cometas, ya que este objeto tiene
algunas propiedades y hasta la órbita parecida a las de los cometas”, ha
explicado José Luis Ortiz, investigador del Instituto de Astrofísica
de Andalucía (IAA-CSIC) y coautor del estudio, en una nota de prensa facilitada
por el IAA. “Tras dar muchas vueltas a los datos me di cuenta de que estábamos
detectando material que se distribuía en una elipse alrededor de Cariclo,
formando un anillo como el de Saturno”, añade el astrónomo.
Las observaciones muestran que Cariclo tiene dos
anillos con una anchura de siete y cinco kilómetros, respectivamente. En total,
hay suficiente hielo como para formar un cuerpo de cuatro kilómetros de
diámetro. Los astrónomos creen que su presencia explica el misterioso brillo de
este centauro. Los momentos en los que, a través del telescopio, el hielo
parecía desaparecer, se debían en realidad a que los anillos estaban de canto,
ha explicado Ortiz, que ha participado en el estudio junto a otros dos
compañeros del IAA, René Duffard y Nicolás Morales.
“La detección de anillos en torno a Cariclo va a
sobresaltar a muchos expertos en teoría planetaria”, advierte Joseph
Burns, un astrónomo de la Universidad de Cornell (EEUU) que no ha participado
en el estudio. “Pero así ha sucedido siempre en la exploración planetaria, la
teoría raramente genera búsquedas que acaban en descubrimientos sino que, al
contrario, son descubrimientos como el actual los que nos llevan a nuevo
conocimiento”, opina en un comentario del estudio publicado en Nature.
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